domingo, 7 de noviembre de 2010

2. La división de caminos Parte ( 1/3)


Más allá, al otro lado del mar, se hallaba un país, el País de Azul. El País Azul contaba con una corte muy lujosa y respetada, y muy conocido era su joven príncipe de dieciocho años. Tan conocido que todas las muchachas del reino quedaban absortas en su elegancia y mirada profunda de azul zafiro. Había recibido ya varias propuestas de matrimonio con hijas de algún duque, o princesas o familiares de alguna familia de la alta sociedad, no sólo de su país si no de varios países vecinos. Y aún así, era un poderoso estratega y buen espadachín que no se desentendía de los problemas del reino.
Un día, unos asuntos le llevaron al País Verde. Seguido de su corte de ministros y unos cuantos leales soldados, se dispuso a entrar a la reunión e la que firmaría un acuerdo con el País Verde. Ya se habían reunido allí todos. Había representantes de todos los países vecinos, incluso en una de las sillas se hallaba la cruel Princesa de Amarillo. Tras revisar los tratados de paz, las treguas, y los intereses de todos los demás, pasaron a la redacción del nuevo tratado. Aquella jovencita de pelo rubio, la Princesa de Amarillo, no había parado de observarle durante toda la reunión y cuando él se fijo en aquella muchacha, sus miradas se cruzaron dejando en el rostro de aquella chica una estela de rubor. Pero esto no llegó a los ojos del príncipe, su atención había sido captada por el sirviente que acompañaba a todos lados a la Princesa de Amarillo. Aquel muchacho silencioso de bucles dorados y expresión seria, le había dado un muy mal presentimiento.
Al finalizar la reunión, elegante y de tan buena educación como era de esperar de su tan noble cuna, el príncipe fue a saludar a los representantes de los países.
- Buenas tardes. - comenzó el príncipe saludando a la chiquilla que vestía un elegante vestido de sedas amarillas y negras, la cual era llamada la Princesa Amarilla.
- Buenas sean. - respondió ella con voz dulce y un ligero rubor. - Es un placer conocer al Príncipe de Azul, y más honroso sería el conocer vuestro nombre.
- Disculpadme. - indicó con una reverencia. - Kaito Drey, el placer es mio...
- Rin Kagamine. - sonrió.
- Rin. -repitió el joven. Hubo un pequeño silencio. - Ahora si, he de marcharme, tengo asuntos que atender, Rin.
La joven princesa respondió con una reverencia y una sonrisa y le observó marcharse desde la lejanía con un brillo de deseo en sus ojos.

La reunión había sido pesada y agobiante. A pesar de ser tan cordial y cortés con todo el mundo, aquello le agotaba irremediablemente. Su naturaleza le pedía más paz, pero el había vivido entre asuntos reales y tratados de guerras, por lo que había madurado demasiado deprisa y ahora a veces eso le cobraba factura... Salió de la corte a tomar un paseo, y, como un niño, se sintió satisfecho al ver que todas las muchachas del País Verde caían rendidas con tan solo verle. Sonrió para sí durante unos segundos. Pero entonces esa sonrisa se tornó triste al pensar que jamás encontraría a nadie que le agradara tanto como él agradaba a las jovencitas.
Al tornar la esquina, sumido en sus pensamientos, se tropezó con un par de muchachas. Una de ellas sobresaltada por el encuentro se precipitó al suelo. La otra, que tenía un hermoso cabello blanco, la ayudó a levantarse.
- Miku ¿estás bien? - le preguntó mientras la otra se reincorporaba.
- Sí, sí, no pasa nada. - sonrió.
El Príncipe quedó paralizado un instante. Hacía mucho tiempo que no veía una sonrisa tan pura. Todo el mundo a su alrededor estaban cubiertos por una capa de falsa cortesía y afecto, pero él percibía en sus miradas y en sus sonrisas las segundas intenciones de cada uno de los que le rodeaban. Pero aquella muchacha había sonreído con tanta naturalidad e inocencia que hizo que algo en su interior se volcara de pronto.
- ¡Ah...! - comenzó aún confundido. - ¡Disculpadme! - se excusó. - Iba pensando en algo más y...
- No pasa nada – rió a la que la de los cabellos blanco había llamado Miku. - No es nada grave.
-¡Miku...! - protestó la muchacha de blanco al ver el arañazo de la mano de su amiga.
- ¡Oh no! Por favor dejadme enmendar mi error. - contestó el príncipe.
- Bueno... - prosiguió Miku convencida. - Vos ganáis. ¿Puedo pedir algo?
El príncipe parecía algo confundido por la facilidad con la que Miku había accedido. A lo mejor no era tan pura como había pensado...
- Os oigo. - contestó no muy convencido.
Miku colocó entre los brazos del príncipe una bolsa llena de alimentos comprados en el mercado. El príncipe aún pareció más confundido.
- Ayudadme a llevar la compra y seréis perdonado. - rió iniciando el paso.
La muchacha de blanco le dedico una mirada de confusión y se apresuró a seguir el paso de su amiga. Miku se paró y se volteó.
- ¿A qué esperáis? 

Nath Key (C) 

viernes, 5 de noviembre de 2010

Gomeeeen desu!

¡Buenos días a todos!
Quería pedir disculpas por mi ausencia tan larga por el blog. Y es que al empezar la universidad me he desubicado totalmente. Algunos ya sabéis los problemas de administración que he sufrido y que aún me quedan por sufrir. Primero con la maldita presincripción, después errores en la matrícula seguido de que mi amable decano ni me leyó el expone-solicita y ahora con la carta al vicerector... Después también he estado abrumada con trabajos, y además despertarse todos los días a las 6 y volver a casa a las 4 o 4:30 - excepto los jueves que llego a las 8 u 8:30. - pues me desanimó bastante. De hecho llevo un desorden increíble, tanto en las asignaturas como en mi vida personal - no he asistido a ninguna clase de Francés aún. Pero este puente - el Martes es fiesta en Madrid y yo los Lunes no tengo clase - intentarñe organizarme todo mejor. Espero que me comprendaís y me perdoneis, pero es que después de 4 hroas de viaje de ida y vuelta y las jornadas de clase, al llegar a casa y pensar que tengo que entregar que si un ensayo para el Viernes, que si caligrafía para el Lunes que sí blah blah blah, cuando acabo no tengo muchas ganas de ponerme escribir ya que me duelen hasta los dedos ;_; . Pero no penseís que dejé el fanfic de lado, aún sigo escribiendo, aunque a cuaderno, en las horas de Geográfía. Y de hecho el capítulo 2 está casi acabado y pasado a ordenador, esta tarde cuando llegue a casa lo acabo de pasar y cuelgo la siguiente parte. Yakusoku desu!!! (lo prometo!).
De nuevo pido disculpas por la tardanza y también os pido encarecidamente que me dejeis los comentarios en el blog y no me lo digais por msn... ;_; . Jo, es que me hace ilu.
 Y bueeeno... también animaros a que os paseis por mi otro blog - presonal y demases.-  y que también comenteis en él è.e. http://dreamschroniclesnh.blogspot.com/ .
 De nuevo vuelvo a pedir disculpas! Ý_Y .
  ¡Hasta esta tarde!


(C) Nath Key.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Capitulo 1: El Reino de la Traicionera Inhumanida. Parte 3/3

Se alzaba un nuevo día en la corte del País Amarillo, los pájaros cantaban con una melodiosa voz que hacía parecer aquel lugar el más hermoso y pacífico de toda la comarca. Pero aquel día en la corte se alzaban voces confusas, una era la voz cantarina y burlona de la Princesa de Amarillo, que se hallaba en su trono atendiendo a las peticiones de sus vasallos. En aquel instante estaba atendiendo a una joven pareja. Ambos se veían claramente afectados por el azote de hambruna que corría por los pueblos del País Amarillo. El muchacho era un soldado de la corte, y su esposa una hermosa muchacha de tez nívea y cabellos carmesí que se aferraba al brazo de su amado. La Princesa oía sus palabras con una sonrisa indiferente en el rostro y haciendo gestos bruscos en señal de que aquello la aburría profundamente. A su lado, una figura de un muchacho envuelto en una capa negra y que tan sólo dejaba entrever unos cortos mechones de pelo rubio, conseguía infundir en ambos un respeto que se asemejaba más al miedo.
- Su alteza... - prosiguió el hombre. - … nuestro pueblo se muere de hambre. ¡Necesitamos su ayuda!
- ¡Já! - exclamó la Princesa por fin. - Insecto, tengo cosas más importantes que escuchar tus lamentos por no haber trabajado lo suficiente. - Se colocó en su trono para mirarlo mejor. - ¿Acaso no eres un soldado de esta corte? Explicame entonces que haces perdiendo tu tiempo con suplicas, y además perdiendo mi valioso tiempo. - la Princesa sonrió.
- Pero su Alteza... Si esto sigue así el pueblo se descontrolará....
- ¡Silencio! - ordenó la princesa furiosa. - No hables hasta que yo te lo ordene.
- ¡No! - alzó la voz el soldado poco convencido y mirando a su esposa. Agarró fuertemente la mano de su tan amada mujer de cabellos ígneos. La muchacha le devolvió otro apretón en forma de ánimo a su amado. - ¡Vos no lo entendéis porque pasáis el día en vuestro trono! - la Princesa sorprendida por tal osadía alzó un ceja.- ¡Basta de caprichos! Nuestro pueblo confía en nuestra Princesa y lo único que estáis logrando es matarnos de hambre.- hizo una pausa temblando.
-¿Cómo te atreves? - susurró la Princesa llena de ira. Pero sitió como la mano de su sirviente se posaba sobre su hombro para calmarla. La Princesa suspiró. - Está bien, seré misericordiosa. Ejecutadlo sólo a él.
La Princesa sonrió para sí como si hubiera realizado una buena acción.
-¡¿Qué?! - exclamó por fin la muchacha de cabellos carmesíes.
El soldado le hizo guardar silencio.
-Así es como arregláis las cosas vos, alteza. - Dijo esta vez aún más seguro.
- ¡Guardias! - ordenó la Princesa. Dos pares de soldados armados acudieron a su llamada.- Lleváoslo. Este hombre será ejecutado cuando la campana dela Iglesia toque tres veces en la tarde. Está condenado por traición y desacato de las órdenes impuestas.
-¡¿Traición?! - protestó la mujer mientras la separaban a la fuerza de su marido. -¿Qué significa esto? ¿Esta es la justicia que vos impartís?
-¡Para, Meiko! - le ordenó esta vez su marido. La muchacha calló súbitamente. - Algún día, este País te traerá la felicidad y la paz que te prometí el día de nuestra boda. Aunque yo no esté a tu lado, quiero que tu seas feliz.
- ¡No! - casi sollozó.
- Siento haber fallado...
Y los soldados de la princesa los separó mientras esta sonreía con aires victoriosos.
- Creo que es la hora de merendar. - dijo solamente la Princesa antes de irse con su sirviente de la sala.

Aquella noche Meiko no pudo dormir. Incluso había pensado un plan para ayudar a su tan amado esposo a salir de aquel lugar, pero no sacaba nada en claro. La noticia se había extendido rápidamente por toda la aldea, y el miedo que esto había generado en los aldeanos acabo con todo ápice de rebelión que se hallara en sus corazones. Si nadie quería ayudarla, ella misma acudiría a hacer algo. Así pues tras una larga noche cubierta de lágrimas y dolor se armó con la espada de su esposo y trazó un plan para tratar de liberarlo.

Habían sonado dos veces las campanas y el pueblo ya se reunía alrededor de la plaza en el lugar de ejecuciones. El murmullo de la gente era constante pero ininteligible y cuando logró una buena vista de la plaza vislumbró la situación: la Princesa se sentaba cerca en un trono para ver la escena con aquellos ojos crueles, su sirviente a su lado y varios pares de soldados alrededor. Meiko entonces se preguntó si el honor que habían perdido al matar a un propio compañero valía menos que el miedo que aquella bruja a la que llamaban Princesa inspiraba. Si las personas llegaban a ser doblegadas por una niña de catorce años mimada y consentida como aquella, ¿dónde acabarían todos? ¿En que desembocaría todo aquello?
Por lo visto las campanas iban a sonar de nuevo en poco, pues el bullicio se volvió más intenso y poco después, amarrado, trajeron a su esposo. Le hicieron ponerse de rodillas y empezaron a leer su sentencia. El corazón de Meiko rebosaba de odio e ira con cada segundo que pasaba viendo la sonrisa de la cruel Princesa. Y sus manos temblaban violentamente alrededor de la empuñadura de su espada.
Había llegado el momento. Se fue acercando a la plaza abriéndose paso entre la multitud. Por un momento notó como su mirada se cruzaba con la de su esposo, que al verla negó como adivinando sus intenciones. De pronto la plaza se volvió silenciosa, y para Meiko todo el mundo había desparecido a excepción de su amado esposo arrodillado en aquel desagradable lugar y la malvada Princesa que los observaba con su sonrisa cruel. De repente vio que su esposo decía algo que no alcanzaba a oír. Pero leyó sus labios.
» Te quiero.
Algo dentro de Meiko se debatía por salir fuera, y la rabia y la conmoción que había causado todo aquello en ella la hicieron llorar de nuevo.
Sonó la primera campana. Y Meiko volvió a la realidad. Desenvainó la espada y la gente a su alrededor se apartó asustada. Corrió hacia el lugar donde el verdugo comenzaba a sacar una brillante espada que segaría la vida de su amado. Sonó la segunda campana.
Algo la agarró fuertemente del brazo haciéndola soltar la espada bruscamente, que se precipitó al suelo con un sonido metálico. La Princesa dirigió la vista hacia donde estaba ella. Cruzaron las miradas por unos segundos. Sonó la tercera campana y después un sonido sordo que dejó mudo al pueblo. Por unos segundos el País Amarillo quedó en silencio. Un grito desgarrador y lleno de dolor atravesó todo el reino.
Todo había acabado. Sintió que su vida ya no tenía sentido, sintió que le faltaban fuerzas y casi se precipitó al suelo, pero quien la había detenido segundos antes, se ocupó de sujetarla.
-Lo siento Meiko... - susurró la voz de quien la había detenido.- Pero él me lo pidió... Y no podía hacer nada más.
Meiko lo miró llena de ira.
- ¡Podrías haberlo liberado! ¡ Podrías haberle apoyado, él era tu amigo! - gritó fuera de si teñida de odio y dolor.
- Lo siento... - repitió.
Meiko no protestó más, guardó silencio y pensó que el hombre al fin y al cabo había hecho lo mismo que ella: nada. Se resignó, ya no había nada que hacer, era el fin. Pero algo rompió el ambiente pesado que se había formado de pronto. La Princesa se había levantado de su trono y con una risa macabra anunció:
-Espero que esto sea una muestra del respeto que le debéis a vuestra Princesa. -sonrió. - Vamos Len.- susurró antes de marcharse seguida por su sirviente.

La vida de Meiko había cobrado sentido de nuevo.
-¡Me las pagarás...! -susurró apretando el puño tan fuertemente que se clavó sus propias uñas, y un reguero de sangre se deslizaba entre sus dedos.


Nath Key (C)

sábado, 25 de septiembre de 2010

Capitulo 1: El Reino de la Traicionera Inhumanida. Parte 2/3


En un país vecino, cerca del País Amarillo, existía un lugar lleno de paz y tranquilidad. Allí todo el mundo era aparentemente feliz. Y todo el mundo nacido allí poseía un hermoso cabello verde que hacía juego con los ojos esmeraldas propios del País Verde. Todo el mundo menos ella. Había nacido con el cabello blanco, puro como la nieve y unos profundos ojos púrpuras; y desde el momento de su nacimiento fue abandonada a su suerte. Alguien la había cuidado durante un tiempo, pero lo único que recordaba de esa persona es como la había vuelto a abandonar cuando apenas tenía cinco años. Desde entonces tubo que vivir como pudo ella sola, entre odios y discriminaciones por el color de su cabello. Las muchachas del País de Verde tan sólo se burlaban de ella, y ella creció entre lágrimas y hambre. Ni si quiera tenía un nombre, nadie nunca la había llamado de ninguna manera. Y de aquel extraño que la cuidó durante un tiempo, no recordaba que la hubiera hablado alguna vez, tan sólo recordaba su sonrisa, tan sólo eso... Ni siquiera podía saber como era su pelo o sus ojos, porque no los recordaba.
Cerca de su primavera número dieciséis, mientras paseaba por un bosque huyendo de las miradas llenas de odio que había percibido en la gran ciudad a la que por fin se había atrevido a ir, pensando que ya estaba preparada, halló una figura tirada en el suelo cerca de un arrollo. Se acercó dudosa, sin saber muy bien si hacía lo correcto. Lo que vio le sorprendió.
Se trataba de una muchacha de cabellos verdes, como era obvio en aquel lugar- pensó, que se había desmayado junto a la orilla del río. Pero no era una chica cualquiera del País Verde, parecía un ángel, su rostro estaba lleno de bondad y tranquilidad, como solía ser cuando alguien dormía, se preguntó entonces si de verdad aquel ser podía ser cruel como todas las chicas que ella había conocido. Se agachó junto a ella y le apartó un mechón de su rostro pálido. La observó durante un tiempo mientras pensaba:
» Ojalá yo fuera como ella...
Perdida en sus pensamientos y en su observación un par de lágrimas brotaron de sus grandes ojos violáceos precipitándose por sus mejillas y cayendo sobre el rostro inconsciente de aquella hermosa desconocida. Se había puesto a llorar de nuevo y no entendía por qué.
La muchacha de cabellos verdes se revolvió un poco antes de abrir sus ojos lentamente. La chica del cabello blanco se paralizó del terror y a la vez de aquella sensación tan cálida que le había causado la mirada de la anteriormente desvanecida chica de Verde. Comenzó a temblar y, de nuevo, no sabía por qué, se apartó un poco lentamente mientras la muchacha se reincorporaba sobre la hierba.
- ¿Dónde estoy? - preguntó con una sonrisa perezosa. Luego miró a la chica de cabellos níveos y volvió a sonreír. - Oh... ¿me has ayudado tu?
» ¿Por qué...? ¿Por qué está sonriendo? ¿Por qué me mira así? - pensó mientras sus lágrimas volvían a brotar descontroladamente.
La recién levantada cambió su expresión. Ya no había rastro de la sonrisa que había adornado su hermoso rostro hacía unos segundos. Lo cual confundió aún más a la huérfana que por un golpe de suerte se hallaba en aquella situación en aquel momento. Se acercó a ella y pasó una mano por el rostro mojado de lágrimas de la joven.
-¿Por qué lloras...? -preguntó con una mirada triste. - No llores. - volvió a sonreír. - Gracias por ayudarme.
Concluyó dándole un abrazo. Pero la chica de blanco se separó bruscamente.
-¡Lo siento! - exclamó cerrando sus ojos con fuerza.
- Espera – contestó la muchacha de Verde un poco desconcertada. - ¿Cómo te llamas? - La muchacha de blanco sorprendida abrió los ojos confundida para mirar a aquella extraña desconocida. ¿Su nombre? Nunca había tenido uno.
- Me llamo Miku – dijo entonces la joven de cabellos verdes y ofreciéndole un mano en señal de saludo.
- Yo... - dijo por fin la tímida muchacha. - … no tengo nombre.
-¡Pero eso no puede ser! - respondió Miku. La otra joven guardó silencio dolorida.- Uhm... ¿qué tal si te pongo uno? - se quedó un momento pensativa. Hacía ya un rato que la chica del pelo blanco había dejado de llorar. - ¡Haku! ¿te gusta?
Haku asintió aún sorprendida, pero luego le invadió una enorme felicidad y por primera vez en mucho tiempo, sonrió sinceramente.
-¡Anda! Si tienes una bonita sonrisa. - la apremió Miku. Haku se sonrojó.

Al principio Haku aún dudaba sobre las intenciones de Miku, pero ella parecía muy distinta a los demás. Por lo que pronto volcó toda su confianza en ella, y ella la ayudó con muchas cosas. Haku había descubierto que aquella maravillosa desconocida era muy querida en su pueblo, todo el mundo la apreciaba, y el poder estar cerca de ella siempre, la hacía sentir especial, así pues, aunque la gente ya no la insultaba ni se metía con ella, los sentimientos de sus miradas aumentaron considerablemente marcando profundamente el odio y la envidia en sus rostros. Pero Haku estaba acostumbrada a aquellas miradas y a muchas cosas peores, por lo que lo único que le importaba era estar con Miku. Ella era su única y mejor amiga y no necesitaba nada más...


Nath Key (C)

Capitulo 1: El Reino de la Traicionera Inhumanida. Parte 1/3


Hace mucho, mucho tiempo, en algún lugar se encontraba el reino de la traicionera inhumanidad, y en el castillo reinaba una joven princesa de catorce años de edad. La princesa había sido corrompida por el mal, el egoísmo y el poder. Así pues conseguía todo lo que ella deseaba, poseía lujos, y sirvientes que acudían a su llamada cuando oían un leve sonido de una campanilla. Incluso cuando era llamada para alguna reunión o era llamada por sus vasallos , si sus peticiones eran muy molestas, los mandaba ejecutar. Costaba creer, que una joven de catorce años, con el pelo dorado y bruñido como el trigo que adornaba las laderas y los valles de su basto reino; y una hermosa cara adornada con dos hermosos ojos del color de los zafiros y una sonrisa que en ocasiones marcaban una pura inocencia, guardase tanto mal y crueldad en su interior.
A pesar de todo, ella gobernaba con la ayuda de sus ministros, pero al ser tan caprichosa cuando alguno le objetaba algo a su decisión, contestaba con “pero yo soy la Princesa de este lugar”, y todos bajaban la cabeza y acataban las órdenes, pues si alguno se atrevía a contrariarla más, lo condenaba a muerte por guillotina. Se sentía poderosa, y pensaba que lo tenía todo, pero bajo los labios sellados de sus ministros, su pueblo, y sus criados, se tejía un profundo odio que acabaría por ser imposible de eliminar. Estaba sola.
Y aunque dicha princesa se hallaba mucho tiempo sola, siempre la acompañaba un sirviente que ocultaba su identidad bajo una gran capa oscura tapando su rostro con una capucha. Nadie se atrevería a decir que pudiera hablar, pues nadie más que la princesa oyó su voz. Siempre guardaba silencio y con fidelidad seguía a la princesa a cualquier lugar y seguía sus órdenes sin rechistar. De vez en cuando ambos salían a pasear, cuando la Princesa quería ir algún lugar y sólo entonces, su fiel sirviente se dignaba a hablar. Nadie objetaba nada, ni se metía en el asunto de tan misterioso sirviente, pues la Princesa había ordenado absoluto silencio y discreción sobre aquel individuo. Nadie tenía derecho a opinar sobre él, , pero tras aquella capa se ocultaba muchos secretos que la mayoría de la corte conocía... Y así La Princesa de Amarillo reinaba en aquel lugar, orientada por su egoísmo y su maldad; y seguida por su fiel sirviente a quien en ocasiones ella llamaba Len.

En aquel instante la Princesa se hallaba en su cuarto mirando a través de la ventana, como perdida en el horizonte. Su semblante mostraba una cara inexpresiva, pero su mirada estaba distante, e incluso triste. Algo no iba bien, algo perturbaba su alma. Pero alguien llamó suavemente a la puerta y la sacó de sus pensamientos.
- Su alteza... - murmuró la voz al otro lado de la puerta. La joven reconoció la voz en seguida y se apresuró a contestar.
- Pasa. -ordenó.
La puerta se abrió lentamente y dejó ver a su joven sirviente que traía una bandeja llena de ricos manjares, entre ellos un flan y un par de brioches .
El muchacho tenía el cabello rubio dorado como el de ella, y unos ojos azules profundos y perdidos casi iguales que los de la Princesa, pero el brillo de sus ojos y su sonrisa denotaban un profundo cariño cuando hablaba e incluso cuando la miraba. Pasó al interior de la estancia y cerró la puerta detrás de sí.
- Es hora de merendar. - dijo con una sonrisa y una voz segura y teñida de amor.
La Princesa sonrió como respuesta.


Nath Key (C)

Wagamama no Kokoro

¡Bienvenidos! Este blog está exclusivamente dedicado a un FanFic realizado a partir de una idea sacada de la Evil Saga de Vocaloid. Los personajes que conforman esta historia están inspirados totalmente en los de dicha saga y son los que realizarán la acción. La historia esta narrada totalmente por mí, por lo que si quereis publicar algo, por favor avisadme primero ;_; . Iré temporalmente publicando más avances de la historía y alguna vez publicaré un Fan Art sobre esta. Exactamente entre 4 días y una semana habrá una nueva actualización. También anuncio que debido a la extensión de los capítulos, las publicaciones serán partes de un capitulo, es decir, he cortado los capitulos, pero no serán cortes muy notables. Se podrían llamar subcapitulos, ya que estos subcapitulos cuentan la historia narrada desde el punto de vista de cada uno de los personajes. Es altamente recomendable no ver la saga si no quereis sufrir spoiler (avances que podrían destrozaros la historia), pues los puntos principales de la historia estan reflejados en mi narración aunque la mayoría sea una invención mía. Aunque si recomiendo escuchar, y SÓLO escuchar, las canciones de Vocaloid que hablan sobre esta, ya que son, algunas, auténticas obras maestras.
Y eso es todo, espero que disfruteís, que os guste y que os emocione y haga pensar.
Siempre podeis comentar, pero igualmente para cualquiercosa podeís mandarme un correo a : evil.saga@hotmail.com , iré mirando temporalmente el correo.

¡Gracias! ;)


Nath Key (C)